sábado, 21 de octubre de 2017

Lunes negro

Todavía era pronto cuando el lunes pasado encendí mi ordenador para ver si había mensajes. Nada importante. Entonces, a ver lo que pasa en el mundo. Harto de las noticias españoles con la omnipresencia del jaleo nacionalista de los españoles y catalanes, hice clic a un periódico inglés, en el cual había un artículo sobre Black Monday, lunes negro, del lunes 19 de octubre 1987. Ya hacía 30 años, pero lo recordé como el día de ayer. El martes después estuve en la clase Economía Internacional de Profesor Jager en la universidad de Ámsterdam. Discutimos sobre este inesperado crac de la bolsa, que ahora parece haber sido un presagio de la gran crisis financiera de este siglo.

Mientras estaba leyendo, me daba cuenta de que estaba pasando algo raro. Todavía era de noche. ¿Qué hora era? Ya las nueve y media. Tendría que haber más luz. Fui a la ventana, abrí las cortinas y mis peores sospechos fueron confirmados. Toda Ponferrada estaba cubierta en una nube de humo, que el sol no lograba penetrar. Las linternas de las calles todavía estaban encendidas.

Que había fuegos forestales ya sabía. El fin de semana habíamos estado en Salientes, este pueblo montañoso tan precioso en el norte de El Bierzo. En la ruta vimos que algunas montañas estaban ardiendo. La gente del pueblo nos contó que era exactamente allí donde vivieron los osos, lo que, según ellos, tal vez no fuera casualidad. Cuando volvimos a casa, domingo noche, vimos en la televisión los imágenes tristes de Portugal y Galicia.

Y este lunes el viento del oeste llevaba el humo de Galicia hacia El Bierzo, aunque también había algunos fuegos en la comarca misma. Cuando salí a la calle para hacer compras, todo era todavía oscuro y humoso. El ambiente era triste y amenazante. En grupos algunos vecinos estaban hablando, las voces indignadas. Un vecino se dirigió a mí: ¡Galicia arde! Las empresas que deben proteger los montes lo han hecho.’ Rió cínicamente mientras hacía el gesto de ganar dinero con su pulgar y índice. Como a menudo lo primero que la gente piensa es que hay una conspiración. Son las empresas grandes, los constructores urbanísticos, la mafia, los vigilantes de la montaña mismos. También culpabilizaban a la clase política. Todos deberían dimitir. ¿Pero se puede proteger un terreno tan inmenso y vacío en un largo periodo de sequía y calor contra incendiarios? ¿Quienes son? ¿Y por qué lo hacen?

Aquí en El Bierzo se han identificado hasta ahora cuatro autores de los incendios, creo.
El gran incendio de abril, cerca del famoso Valle del Silencio, era provocado por un ganadero del pueblo Bouzas que quería crear pasto para sus animales por quemar arbustos, lo que resultó en un desastre.
La semana pasada cogieron en los Montes Aquilianos, en el Campo de las Danzas (ya por los nombres de los sitios vale la pena visitar El Bierzo), a un hombre de 77 años que estaba a punto de empezar un incendio. Si era alquien de uno de los pueblos no sé, pero lo supongo.
El lunes negro mismo cogieron a un hombre de 40 años de Ponferrada, que estaba obsesionado con incendiar El Pajariel, el monte más cerca de Ponferrada. Probablemente era él quien empezó el incendio que vi hace unas semanas desde mi ventana. Eran las tres de la tarde, cuando toda Ponferrada estaba comiendo o descansando. Era terrorífico la rapidez con la cual el fuego se extendió.
Hace unos días cogieron a un hombre de 84 años que estaba quemando residuos en su jardín, sospechosamente cerca de un inicio de un incendio.

El perfil de estos hombres no tiene nada que ver con lo que la gente en la calle suponía. En vez de empresas grandes o la mafia, parece que tenemos que sospechar a nuestros vecinos y campesinos mayores testarudos que queman terrenos o residuos porque siempre lo han hecho así. Esto no quiere decir que no hay fuegos provocados por compañías con ciertos intereses. Los criminales más tontos siempre son los más fáciles de coger. Se debe investigar porque tanta gente quiere quemar los montes. ¿Es negligencia? ¿Es por placer o por intereses económicos? Los autores deben ser castigados, desde luego; de esto todos estamos de acuerdo. La sequía y calor absurdo de este otoño, sin embargo, son el resultado del cambio climática. Esto podemos solamente combatir al largo plazo, si tenemos la voluntad de hacerlo.

27 de septiembre 2017 El Pajariel arde

lunes negro, 16 de octubre 2017 a las 10 de la mañana