jueves, 15 de diciembre de 2016

Trabajar

Una vez cada semana doy clase de inglés a un chico que vive aquí en el barrio. Nunca le doy deberes; ya los tiene más que suficientes de la escuela. Hacemos los ejercicios durante la clase; incluso las de comprensión oral. En estos casos pongo mi móvil en la mesa y escuchamos un video de YouTube con un test inglés. Normalmente, una vez escuchar es suficiente para responder las preguntas. Tiene una mente rápida y flexible.

En las pruebas de comprensión oral ingleses hablan, desde luego, muchas veces sobre aspectos de la sociedad británica, que no es muy diferente de la española, pero de vez en cuando me veo obligado de dar una explicación. Esto pasó hace poco, cuando le daba un test del cual la primera pregunta tenía que ver con el mercado laboral. (Si alguien quiere probar su inglés, pincha AQUI) Oímos a una madre decir a su hijo que puede ir de vacaciones con sus amigos sin ningún problema, pero que sería mejor si busque trabajo para los fines de semanas para pagar sus gastos. Mi estudiante no tenía problemas con la respuesta, pero paré el video para indicar una diferencia social. En El Bierzo solamente una madre muy cínica aconsejaría a su hijo buscar trabajo. Es que apenas hay puestos de trabajo.

‘En Inglaterra u Holanda es bastante normal que escolares o estudiantes trabajan en los fines de semana o por las tardes,’ le expliqué. Porque creía ver que el asunto tenía su interés, aproveché la oportunidad para empezar una clase de conversación. ‘Se trata por ejemplo de repartir periódicos o llenar los estantes en un supermercado. ¿Tienes tu un trabajito?’ Movió la cabeza negando. ‘¿Tienes amigos con trabajitos?’ Otra vez un movimiento de la cabeza; claramente este tema no era el más adecuado para una conversación. Hice un último intento desesperado. ‘He tenido decenas de puestos de trabajo diferentes, quizás más que cien,’ dije. Me miró con incredulidad.

Pero es la verdad, al menos si cuento todos mis trabajos para las agencias de empleo temporal como Randstad y Manpower como puestos diferentes. Trabajé en los años antes, durante y después de mis estudios como dependiente de un supermercado, friegaplatos, pinchapapeles en los parques, empaquetador, descargador de camiones, trabajador de línea de montaje, secretaria ejecutiva, inspector de los impuestos para perros, asistente en un camping, limpiador de oficina (aunque era solamente un día), dactilógrafo, telefonista, recepcionista y en muchas empresas como asistente administrativo. Incluso cuando mi carrera laboral entró en aguas más tranquilas y empecé llamarme profesor o docente, seguía en los veranos trabajando como guía de vacaciones con bici y barco. Desde luego no todo el mundo en Holanda ha tenido tantos puestos diferentes, pero casi todos mis amigos y más tardo los hijos de mis amigos trabajaban termporalmente cuando estudiaban. En las business schools dónde trabajé en Holanda era un problema que los estudiantes casi no tenían tiempo para estudiar por tener tanto trabajo.

Aquí la situación es muy diferente. En España el desempleo es tan alto que muchos jóvenes se preparan para trabajar en el extranjero. Desde luego se habla mucho sobre soluciones de este problema grande. La bajada de los sueldos apenas atraía inversiones, pero si frenaba la demanda interna y tenía un alto costo social. Algunos economistas buscan la solución en más innovación y una reestructuración de la economía española. Otros piensen que es el estado que es demasiado ineficaz tanto en sus inversiones como en las recaudaciones de los impuestos. Es bastante difícil saber las causas de un desempleo tan intolerablemente alto. Muchas veces lo pregunto a mis estudiantes en las clases de inglés, porque es un tema de conversación interesante. Pero el chico de mi barrio es todavía demasiado joven para este tema; se preocupará de los problemas de empleo en un futuro demasiado cercano. Aquella tarde cambié el tema de conversación al fútbol y él tenía una firme opinión sobre el partido del día anterior de Real Madrid en La Liga de Campeones.

trabajando como guia

domingo, 27 de noviembre de 2016

La casa de San Nicolás

Uno de mis alumnos va a trabajar en Holanda el próximo año. Porque se trata de un puesto en una empresa internacional le doy clases de inglés. Las palabras básicas de holandés las aprende de un app, me dijo. Efectivamente. Cuando entra mi casa ya me saluda con JJudendajjj (buenos días en holandés, escrito fonéticamente). Después hablamos en inglés sobre temas holandeses: los pólderes, ir con bici, el transporte público, el sistema educativo, patinaje, los horarios de las comidas. Está listo para la aventura; cuando estaba unos días en Holanda, me mandó una foto de él comiendo un arenque salado, que ya se puede considerar como una prueba de integración.

Normalmente comparto completamente su entusiasmo por su nuevo entorno, pero a veces me veo obligado a frenarle un poco y hablar sobre las desventajas: el tiempo, tanta gente en un país tan pequeño, la falta de montaña, los altos precios en los bares y restaurantes,  y sobre todo este malestar con Europa y la sociedad multicultural que parece crecer tanto en Holanda. Cuando hablamos de este último asunto los dos estamos preguntándonos: ¿si la gente en un país tan rico y bien organizado ya está descontenta, donde en el mundo puede estar contenta? Pero todavía tengo que explicarle algo más. Es un aspecto de la sociedad holandesa que me da vergüenza, pero sé que tengo que mencionarlo, aunque sea difícil; al fin y al cabo tiene hijos pequeños. Es algo que divide la sociedad holandesa en dos campos opuestos. Es la discusión sobre Pedro Negro (Zwarte Piet en Holandés).

Pedro Negro es el nombre de todos los ayudantes de Sinterklaas, San Nicolás, que viene cada año a Holanda para celebrar sus cumpleaños el 6 de diciembre y dar regalos a todos los niños. Sinterklaas vive en España, por casualidad no lejos de Ponferrada en el hermoso pueblo Molinaseca, como descubrí recientemente por casualidad.
Pero la fiesta de Sinterklaas se ha vuelto controvertida. La figura Pedro Negro parece una caricatura de un africano, que además se comporta como un esclavo, lo que no cae bien entre la gente con procedencia africana o de Surinam (de Guyana holandesa). Y ahora Holanda está dividida en adversarios y partidarios de la introducción de un Pedro amarillo o rojo o con la cara con manchas de carbón para sustituir al Pedro Negro muy negro. La ‘discusión’ se desborda completamente, sobre todo en los medios sociales, con insultos y amenazas con la muerte si alguien se atreve pedir una adopción de la tradición.

A veces temo que por la discusión sobre Pedro Negro Holanda seguirá políticamente a los EE.UU. y el Reino Unido en las próximas elecciones, porque los populistas han adoptado Pedro Negro como un tema de gran importancia por ser un símbolo de la Holanda tradicional. Antes teníamos la patata que desempañó este papel, creo yo. Mi madre solía decir: al fin y al cabo somos comedores de patatas. Vale, la patata, este tubérculo que proviene de Sudamérica, es tal vez un símbolo de la identidad holandesa tan extraño como un blanco con maquillaje negro. Las costumbres alimentarias holandeses han cambiado mucho como la sociedad entera cambió mucho. En los últimos 50 años Holanda ha sido motorizada, automatizada, digitalizada, americanizada, comercializada, varias veces reestructurada, internacionalizada, privatizada. Por cierto, la introducción de los medios sociales o del móvil cambió más las tradiciones que una posible abolición o adopción de Pedro Negro, pero nunca provocó tantas protestas.

Espero que pueda explicar a mi estudiante los problemas alrededor del sirviente de Sinterklaas tan bien cómo lo hizo una vez un compañero mío del club de fútbol, ya hace años, cuando le pregunté si iba con sus hijos a la fiesta de Sinterklaas que el club organizaba para los peques. ‘A nosotros surinameses no nos gusta esta fiesta,’ era su respuesta. Nunca antes le había oír hablar de ‘nosotros surinameses.’ Después teníamos una larga conversación sobre los sentimientos que provocó Pedro Negro a la gente de color negro en Holanda y me convenció de que tendríamos que adaptar la figura Pedro Negro a la sociedad multicultural.

Quizás explicaré a mi estudiante la discusión sobre Pedro Negro con una comparación con el toreo. Hay algunos paralelismos (y diferencias, desde luego). En los dos casos se trata de una fricción entre la tradición y la ética. Ambos fenómenos son internacionalmente controvertidos y son utilizados para fortalecer una identidad nacional y ‘los otros’ no deben tocar. Desde luego no voy a imponer mi opinión; al fin y al cabo estará en mi papel de profesor y no de columnista. Empezaré con un prudente: ‘Do you think you’re going to miss bullfighting in Holland? ‘ (¿Piensas que echarás de menos ir a los toros en Holanda?)

jueves, 13 de octubre de 2016

Turbulencia en El Pajariel

Los últimos años parece que el verano se extiende hasta mitad de octubre. El fin de semana pasado había un tiempo maravilloso. El solito brillaba alegremente sin causar el calor insoportable que sufrimos este verano. Todo esto, desde luego, invitaba a hacer actividades afuera. Los sábados la mañana es tradicionalmente reservada para el mercado, una terraza y cocinar ampliamente. Por la tarde cogí mi bici y para hacer una ruta cerca de Ponferrada en la cual hice esta foto.

Estamos mirando desde El Pajariel, la cresta que se estira desde los Montes Aquilianos hasta Ponferrada, en la dirección suroeste. Abajo vemos justamente unas casas del pueblo Toral de Merayo. No había nada de viento; el silencio era absoluto. Olía a hierbas de la montaña y pinos.

La mañana de domingo gritaba por más actividades afuera. Esta vez fui a pie. Mi idea era correr en dirección de Toral de Merayo hasta llegar a un caminito hacia arriba, demasiado pendiente para correr, para ir a la cima de El Pajariel. En los domingos suele haber más gente en El Pajariel, sobre todo cuando hace sol. Por todos lados se veía paseantes, ciclistas, corredores, padres con niños; casi había un ambiente de un camping. Este sentimiento de verano desapareció cuando fui en dirección de Toral. Mi caminito hacia arriba estaba cerrado con una cinta en la cual colgaba un dibujo de un jabalí. También todos los otros caminos hacia arriba o hacia abajo estaban cerrados. En cada esquina del camino había un coche aparcado. Sonaban ladridos de perros, gritos humanos y tiros. Oí a un jabalí chillar por miedo o dolor. En este momento odié a la caza.

Normalmente no soy tan fanático en este asunto. Cuando veo en el menú de un restaurante jabalí o ciervo, a veces lo pido, porque es evidentemente carne de un animal que no había sido torturado toda su vida para crecer tan rápidamente como posible, como normalmente es el caso. Aquí en El Bierzo, tal vez en toda España rural, la caza parece ser parte de la vida. Hace unos años, cuando visité a un paciente en el hospital, un familiar de otro paciente pasó orgullosamente una foto que mostraba a él mismo y unos amigos en frente de al menos veinte jabalís muertos en el suelo. ‘¿Qué vais a hacer con tanta carne?’ pregunté, a lo que me miró desconfiado. ‘Otro ecologista de la ciudad,’ parecía pensar, mientras en realidad yo solamente tenía curiosidad sincera.

En España no se esconde tanto la muerta, por lo menos cuando se trata de la muerte de un animal. No solamente se hace a veces una fiesta de la muerte de un toro (aunque no aquí en El Bierzo), también la matanza de un cerdo es una tradición festiva. Un estudiante mío me contó que como niño de unos 6 años ya tenía que asistir a una matanza en la cual pintaban su cara con la sangre del cerdo recién matado. Todavía su voz sonaba un poco traumatizado.

Mientras estuve este domingo corriendo sobre el único camino que no estaba cerrado, continué fastidiado. ¿Será todo eso legal? ¿Se puede así cerrar toda una cresta tan cerca de una ciudad? ¿Y por qué lo hacen un domingo por la mañana, cuando todo el mundo quiere disfrutar de la naturaleza? ¿Por qué no un lunes lluvioso? ¡Qué contradicción, todos estos niños aprendiendo ir con MTB mientras por todos lados hay hombres feroces con fusiles! ¡Mírales, esperando hasta los perros llevan los jabalís hasta muy cerca! ¿Esto debe ser deporte?

Entonces decidí dar la vuelta. El día era demasiado agradable para más disgustos. Ya era la hora de un aperitivo en una terraza.

jueves, 6 de octubre de 2016

Peter Pan

Mucha gente de mi generación, hombres sobre todo, se niega a hacerse adulto. Aunque tenemos nuestro trabajo, responsabilidades, familia, esposa (si, yo también soy un hombre casado), casa y problemas de gente adulta, nunca queremos perder el adolescente o estudiante que todavía llevamos dentro de nosotros. Los ingleses utilizan el término laddism para este fenómeno. El escritor Nick Hornby describió de una manera estupenda en sus libros Fever Pitch (sobre fútbol) y High Fidelity (sobre música pop) como hombres adultos se pierden completamente en un jueguito bobo como es el fútbol, o en hacer listas con los 10 mejores solos de guitarra u otros instrumentos de la historia de pop.

En España utilizan el término Peter Pan para estos jóvenes mayores (un término holandés). Efectivamente, varias veces he oído calificar a mí y mis amigos como 'estos Peter Pans de Ámsterdam'. Nosotros no nos divertimos con listas de los mejores solos o momentos de fútbol. Cada sábado fuimos a jugar fútbol contra equipos con jugadores casi tan mayores como nosotros. También seguimos tocando en bandas de música, sabiendo que era solamente atractiva para nosotros y para ninguna audiencia en todo el mundo. Creo que tener como hobbies al fútbol, música pop y cervezas, definen el joven mayor, el lad y el Peter Pan. Por muchos años consideré el momento en que iba con bici con la bolsa de fútbol sobre mi manillar lentamente a casa después de otro partido perdido y una amplia tercera mitad (la charla y las cervezas después del partido) como un elemento inprencindible de mi existencia.

Desde luego eché de menos este ambiente cuando venía a vivir en Ponferrada. No es fácil construir un círculo de amistades, algo que me había costado casi 50 años en Holanda. ¿Por fin me haría adulto? ¿Aquí, en esta región montañosa con ríos, barrancas y cascadas, que parece tan apropiada para Peter Pan volando? Nada de eso, por suerte. Encontré a otros guiris, mis compañeros inmigrantes casi todos ingleses, por lo cual entré en un libro de Nick Hornby. Con ellos tomo cervezas de manera norte-europea, mientras charlamos sobre cosas importantes como fútbol. 'Dime los tres jugadores extranjeros que marcaban más goles contra Manchester United en Old Trafford en domingos lluviosos,' pueden de pronto preguntar cuando estamos en el bar Chelsea.

También volvió la música activa en mi vida. En nuestro barrio está el bar Little John, donde hay guitaras, una batería y micrófonos a disposición de quien quiera tocar. Un concepto fenomenal. Ya toqué unas veces rock duro con unos Peter Pans locales. Una vez, después de una sesión de laddism con los guiris, entré al bar y había alguien que sabía tocar la armónica de boca que insistió tocar Chiquitita de Abba conmigo. Por suerte no hay grabaciones de este fracasado intento nocturno.

Los días alrededor de nuestra boda mis vidas de joven mayor holandés, lad inglés y Peter Pan español se juntaron porque había invitados de los tres grupos. Con mis amigos de la banda 't Weiland (la pradera) y Flanders Fields tocábamos en Little John en la noche de la despedida del soltero. En la fiesta de la boda misma cantaban mis amigos y amigas una oda a nuestra vida que compartimos por tantos años. Lo cantaban dos veces; para el video abajo elegí la última vez, cuando la fiesta ya se estaba terminando y todos éramos más Peter Pan que nunca.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Mucho papeleo en la papelería

Aquí en el barrio, en la Avenida de América, hay una papelería, llamada Ofimay, de la cual soy un cliente fiel. Porque en casa no tenemos impresora, envío durante el año escolar casi diariamente ejercicios inglés y alemán a la dirección electrónica de la tienda. Cuando llego allí, la propietaria Belén ya me está esperando con una sonrisa y las hojas preparadas. Desde luego también compro allí mis bolis, cuadernos, grapas y otras cosas que una papelería suele vender.

Además, voy regularmente a la papelería para copias de mi pasaporte, mi NIE, de mis diplomas y de tantos otros documentos oficiales. Pues, también dentro de la Unión Europea emigrar de un país al otro va acompañado de mucho papeleo. Una vez, cuando Belén estaba copiando otra vez mis formularios oficiales, probé hacer un juego de palabras con el comentario: ‘Mucha papelería en la papelería, ¿no?’. Cómo pasa a menuda con traducciones literales de humor, mi broma solamente sembró asombro. En holandés la palabra para papeleo y papelería es la misma: papierwinkel, que literalmente significa tienda de papel: papelería.

Mucho de mi papeleo tiene su origen en el hecho que los impuestos y la seguridad social están arreglados al nivel nacional. Alguien como yo, que vive en España pero de vez en cuando trabaja en Holanda, choca inevitablemente contra muros burocráticos. A veces, la burocracia también me da un trabajito, porque en El Bierzo viven mucho ex migrantes que no dominan suficientemente el holandés para entender las cartas formales de las instancias holandesas, por no hablar de tener una conversación por teléfono con un funcionario de Hacienda holandesa.

Normalmente el verano es una época tranquila para la impresora de la papelería pero no fue así este año. La razón: Ana y yo decidimos casarnos. Era un día pronto en la primavera cuando fuimos, armados con los formularios que según nosotros eran necesarios, al ayuntamiento para arreglar todo. Cuando unas semanas después llegó una carta oficial en la cual el ayuntamiento nos daba permiso de casarnos el 6 de agosto, abrí una botella de Ardayel, el estupendo vino espumoso berciano. Era una celebración prematura, os puedo asegurar.

Bastante tarde nos enteramos que teníamos que arreglar todo también en el registro civil y, desde luego, necesité unos papeles oficiales de Holanda. Después de varias llamadas al registro civil de Ámsterdam pedí los formularios que creía necesarios. Cuando unas semanas después fui al registro de Ponferrada con una pila de copias frescas de la impresora de la papelería, me hacían claro que necesitaba una Fe de vida, el cual por razones desconocidas solamente la embajada holandesa en Madrid me podría dar.

Llamé a la embajada y me dijeron que necesitaban mi inscripción oficial en el ayuntamiento de Ponferrada reciente (el mío era de 2010). Fui al ayuntamiento y me dijeron que producir este formulario duraba al menos una semana. Solamente unas semanas antes de la fecha de la boda teníamos todo el papeleo arreglado y fuimos con dos testigos al registro civil para solicitar nuestra boda. Mientras tanto, ya estábamos pensando en una ceremonia alternativa por si acaso todo sería demasiado tarde. Algo al lado del río Sil, quizás, o enfrente del castillo. Justamente unos días antes de la fecha llegó el mensaje que podíamos casarnos el 6 de agosto en el ayuntamiento de Ponferrada. Abrí otra botella de Ardayel.

Oficialmente existe en la Unión Europea libre circulación de bienes, servicios, personas y capital. Como emigrante aprendí que la libre circulación de personas todavía tiene sus barreras burocráticas. Además, hace falta que se arregla cuanto antes la libre circulación del amor y se demole barreras burocráticas para casarse. En el Tratado de Ponferrada, propongo.



lunes, 27 de junio de 2016

Balada para mi muerte en Ponferrada

Esta vez la opinión de un guiri es una canción de un guiri, aunque la música es de Astor Piazzolla, vale, más o menos en todo caso.

Oí el tango Balada para mi Muerte por la primera vez en los años ochenta en la fiesta de la reina en Ámsterdam en una interpretación por Tango Cuarto (AQUI). Me impresionó mucho.

Mi propia versión está basada en el hecho que las palabras 'Buenos Aires' y 'Ponferrada' tienen el mismo ritmo. Después me hacía gracia cambiar la palabra madrugada por supermercado y seguía desde allí inventando un texto cada vez que tocaca la música durante el año pasado.

Para escuchar y ver mi última versión: haz click en la foto abajo, algo que no recomendo a aficionados del tango puro o a fundamentalistas de tonos puros.
Se puede activar subtítulos ingleses.

https://www.youtube.com/watch?v=UncMydNGOhw




domingo, 29 de mayo de 2016

Seguir la oropéndola

En los parques de Ponferrada el canto de los verdecillos ya la anunció en marzo, lo que resultó prematuro. Abril era un mes húmedo y nubloso. Pero un día al principio de mayo el sol se asomó entre las nubes y nieblas. Después había unos días cálidos que despertaron a la naturaleza. Las flores tomaban posesión de los valles, mientras los picos de la montaña todavía estaban cubiertos de la nieve. Qué había llegado la primavera, lo sabía cuando oí durante una caminata al lado del río Sil el canto de la primera oropéndola, este pájaro amarillo que en Holanda nunca vi ni oí, pero que todos los holandeses conocemos por una canción popular:
Vamos hacia afuera todos,
y seguimos la oropéndola,
cuando oímos a este músico,
el verano está en el país.
Yudelyo suena su canto,
yudelyo suena su canto,
yudelyo y nada más.
La primavera cambia el aspecto de la ciudad. Ponferrada se pone más agradable. Mientras en el invierno a veces casi no se encuentra a nadie en el casco histórico, ahora la gente da por la tarde un paseo. En frente de los cafés se ponen más mesas y sillas en la calle, ahora que no son solamente los fumadores más enraizados que se sienten allí para tomar su bebida con pincho, sino también las familias, escolares y turistas. 

La mayoría de los turistas que pasan por Ponferrada son los peregrines. Después la infinita meseta de Castilla y León y la cruzada de los Montes de León, el verde valle de El Bierzo debe ser un alivio para ellos. La mayoría de ellos vienen de los países europeos y americanos, aunque se ve cada vez más asiáticos. Estos normalmente andan con paso elástico, lo que no se puede decir exactamente de todos los peregrinos de los países occidentales. A veces se ve los menos entrenados peregrinos dando traspiés por el casco histórico, molestados por dolor muscular y ampollas, en busca de un restaurante que sirva una cena afuera de los horarios acostumbrados en España.

Cuando les encuentro en la calle, muchos me miran como si me deberían conocer. Un guiri, eso debe ser un peregrino, ¿verdad? Por alguna razón no me gusta ser considerado como uno de ellos. Por cierto, soy un miembro responsable de la sociedad berciana, un inmigrante integrado. Mira, tengo una bolsa de compras en mi mano llena de pescado fresco y verduras. ¡Voy a cocinar, pues, vivo aquí. Alguna vez he considerado ponerme una camisa con corbata y una chaqueta para no ser confundido con un peregrino, pero abandoné la idea cuando me di cuenta que me pudieran confundir con unos de los mormones norteamericanos que deambulan vestidos en traje por la ciudad en busca de gente que pueden convertir.   

Quiero hacer claro que no tengo nada en contra de los peregrinos. De hecho, yo mismo he sido uno. El camino no siempre pasa por la naturaleza más interesante, pero si por las ciudades y pueblos más importantes. Y sobre todo es un camino social. Caminando se forma más y más parte de un pueblo andante, porque en cada alojamiento se encuentra conocidos de uno de los días anteriores. Cuando llegamos a Santiago, mi amigo Freek y yo, y decidimos quedarnos allí unos días, teníamos la extraña sensación de encontrar todo el tiempo a conocidos, con más frecuencia que en Ámsterdam.

La mayoría de los peregrinos no parece ser muy conscientes de los alrededores por dónde andan. Siempre parecen tener un poco de prisa, solamente teniendo ojo para las flechas amarillas que marcan la ruta del camino francés, y algunos son capaces de tomar un atajo siguiendo la fea carretera en vez de la ruta original. Desde hace unos años también han señalizado el Camino del Invierno, que es más bonito, pero que es ignorado por la gran mayoría de los peregrinos.

Y así pierden mucho. En El Bierzo la naturaleza es abundante; los pueblos serranos están a veces un poco destrozados y sin asfalto, pero justamente por eso son tan auténticos. Hay mucho para ver en El Bierzo, para quien se toma tiempo. Pero que no sigas las flechas amarillas. Sigue el canto de la oropéndola.



lunes, 11 de abril de 2016

Pájaros volando

Tomando un aperitivo con mi colega inglés y un abogado español, de una manera u otra en la conversación salió la expresión ‘Más vale un pájaro en la mano que ciento volando.’ Les expliqué que en Holanda decimos: ‘Mejor un pájaro en mano aire que diez en el aire (Liever één vogel in de hand dan tien in de lucht),’ después de lo cual mi colega inglés dijo que en su lengua es: ‘un pájaro en mano vale dos en la mata’ (A bird in the hand is worth two in the bush). ‘De esto tienes que escribir en tu blog,’ me avisó mi colega sonriendo. Entonces, esta vez una entrada de demanda.

Las diferencias en número de pájaros dan, desde luego, motivos de sobra para especulaciones sobre las diferencias entre los carácteres nacionales. Pero si hay algo que he aprendido como emigrante es que apenas existe algo como un carácter nacional. No hay el típico holandés o el típico español. La variedad entre los habitantes de un país es demasiado grande. Por suerte.

Pues bien, adelante con unas especulaciones sin sentido. Lo que los números de pájaros parecen indicar es que hay una diferencia en la manera con la cual se juzga los riesgos y las seguridades en los tres países; una diferencia en el sentido emprendedor, tal vez. Entonces, los ingleses parecen ser los más emprendedores; necesitan solamente dos oportunidades para considerar el sacrificio de una seguridad. Después vienen los holandeses con diez oportunidades para una seguridad y al final los españoles que necesitan al menos cien oportunidades para compensar una seguridad. Esto corresponde con la clasificación de The Global Entrepreneurship Index (el índice global del sentido emprendedor) que pone a Reino Unido en número 9 del mundo, Holanda en número 13 y España en número 32 (enlace). También en la vida cotidiana se puede ver que en España se busca más la seguridad social que el riesgo. No sé cuanta gente está preparandose para las oposiciones en busca de la seguridad de ser funcionario. Si preguntas en una clase del bachillerato español quién de los alumnos quiere ser funcionario, estoy seguro que más de la mitad levanta el brazo, mientras en Holanda serán unos pocos o quizás ninguno.

En mi opinión no hay de veras una diferencia de mentalidad entre por ejemplo España y Holanda en este asunto. Son las circunstancias que no son iguales. La crisis que continua en España hace de emprender una aventura delicada y un puesto de trabajo fijo muy interesante. Las leyes españolas tampoco ayudan mucho a que gente empiezan una pequeña empresa. Por ejemplo, las cotizaciones sociales son una suma fija, independiente de los ingresos.

En la lista de The Global Entrepreneurship Index llama la atención que los países escandinavos se situan muy altos en la lista. Eso me hace creer que hay una cierta correlación entre el desarrollo del estado de bienestar y el sentido emprendedor (aunque el número uno, los EEUU parece indicar lo contrario). Una red de seguridad social hace más fácil asumir un riesgo. En Holanda la seguridad social es más amplia que en España: hay una pensión de unos mil euros para cualquier habitante, una prestación de también unos mil euros para gente sin trabajo independiente de si has trabajado o no (aunque si te fuerzan a buscar trabajo) y además hay diferentes subsidios suplementarios, como para tu seguro sanitario, para tu alquiler y para cada hijo que tengas. Esto significa que un autónomo fracasado no va a tener absolutamente nada o solamente los 400 euros, que es la prestación para muchas familias en España.

Hablando de mi mismo, creo que no soy de veras una persona emprendedora. No me faltaban ideas, por cierto, como una empresa para vender platos calientes de chucrut con patatas machacadas en las estaciones de trenes en Holanda, una empresa para rutas con bicicleta guiadas por Holanda (ya existieron compañías semejantes y me apunté a trabajar para ellas como guía), y una federación de fútbol alternativa. Una vez en España estaba pensando en mi propia compañía llamado BAP, El Bierzo a Pie, para todas sus rutas en El Bierzo con un guía multilingüe. Pero siempre me asustó el embrollo de tal empresa. Pero lo que la seguridad social holandés siempre me ha dado es un cierto sentimiento de libertad. Por eso podía decir algunas veces no a una oferta de un puesto de trabajo fijo que no era a mi gusto. Me quedé con trabajos con contratos temporales, y en los veranos trabajé en el turismo como guía o empleado de un camping. Hasta no me dio miedo emigrar a España ya siendo un cincuentón, sabiendo que existía esta red de seguridad social holandesa por si acaso tuviera que regresar. El estado de bienestar da libertad. La libertad para dejar el pajarito en la mano escapar y seguir uno de los pájaros volando.

sábado, 19 de marzo de 2016

Sin vergüenza

Debe ser el destino de cualquier guiri o emigrante: a veces te piden explicaciones de las afirmaciones o actos de compatriotas que salen en la prensa internacional. Para nombrar algunos casos: las faltas cometidas por el equipo holandés en el final de la copa del mundo contra España; las declaraciones del populista holandés Wilders, las manifestaciones contra centros de acogida para refugiados en Holanda; los ministros holandeses que abogaban en Europa la austeridad. Desde luego no tengo nada que ver con futbolistas profesionales, manifestantes ultraderechas o políticos populistas o neoliberales. No me siento relacionado con esta gente que sí hablan mi lengua pero están tan lejos de mi manera de pensar. A pesar de esto tengo a veces el sentido de tener que responsabilizarme.

La semana pasada eran los comportamientos de los aficionados de PSV Eindhoven que primera salían en las noticias españolas y después conquistaban las noticias en muchos otros países del mundo. Las imágenes eran embarazosas. Desde una terraza de La Plaza Mayor en Madrid donde tomaban sus cervezas tiraban monedas a unas mendigas gitanas que las recolectaban de rodillas. Un holandés quemaba provocativamente un billete de no sé cuántos euros en frente de las mujeres desesperadas. No siempre actos individuales o de un grupo deben salir en las noticias internacionales. Siempre habrán locos, sobre todo en el mundo del fútbol. Pero el comportamiento de estos jóvenes parecía ser el símbolo de algo más grande y fundamental: el rechazo del extranjero pobre. Las imágenes mostraban la arrogancia de estos jóvenes que no parecían tener ninguna vergüenza por sus sentidos de superioridad tan fuera del lugar. Su actitud muestra que la mentalidad ha cambiado. Se nota la influencia de las declaraciones de los políticos populistas, los foros de internet y los programas de televisión de basura que ventilan sin restricciones la repugnancia contra otras culturas, religiones y razas, algo que había sido un tabú desde la segunda guerra mundial. La glorificación de la propia tribu se ha vuelto a poner de moda en estos tiempos inseguros.

El miércoles después del partido andaba por el barrio con mi bandolera llena de papeles y libros de texto. Tenía prisa porque estaba entre dos clases inglés. Vi como un hombre viejo me acercaba gesticulando que quería hablar conmigo. Ya había encontrado a este hombre una vez en la pescadería un sábado por la mañana cuando me había contado su vida como emigrante en Holanda o Alemania, no estoy seguro, porque aunque el hombre era muy amable, era muy difícil para mí entenderle. Ahora pasó lo mismo. Ya desde una distancia empezó a hablarme. Con mucho esfuerzo pude reconocer las palabras ‘aficionados’, ‘PSV Eindhoven’, ‘mendigas’, y ‘de vuelta a su propio país.’ Sin ninguna inclinación de defender el comportamiento de mis compatriotas le daba la razón con las palabras: ‘por supuesto, una desgracia, ‘unos sinvergüenzas. ’ Sin escucharme el hombre continuaba su torrente de palabras y lentamente me daba cuenta de que no estaba juzgando el comportamiento de los aficionados de PSV sino pensaba que tenían razón: las mendigas no deberían estar en este país; venían aquí sin probar encontrar trabajo. La verdad es que esta reacción era aun peor que alguien pidiéndome explicaciones. Apunté a mi bandolera, dije: ‘lo siento, es que tengo que trabajar,’ y continué mi ruta. Mientras oía como el hombre continuaba hablando detrás de mí decidí nunca más sentirme responsable del comportamiento o de las declaraciones de otra gente.




jueves, 25 de febrero de 2016

El modelo pólder

Mi última entrada de este blog tenía un fin bastante positivo acerca del futuro de España, ‘el país donde los resultados de las últimas elecciones dan una vista a un futuro un poquitín mejor’, como escribí entonces. Pues bien, entonces era casi noche vieja, un periodo de contemplación y esperanza en que se está lleno de buenos propósitos para el año que viene. Pero ahora, ya de vuelta más que un mes desde mi estancia en Holanda, mi optimismo ha bajado un poco.

Quizás era la gripe que traía de Holanda que me hacía pensar menos positivo. Casi dos semanas en cama con dolores musculares y fiebre no mejora el estado de ánimo, os puedo asegurar, sobre todo porque no me puedo recordar haber tenido algo parecido en mi vida. El tiempo tampoco ayudó mucho a tener una mirada positiva sobre el futuro, aunque debo decir que normalmente las circunstancias temporales no afectan mucho a mí ánimo. Pero había una lluvia continua, casi tres semanas seguidas. Los días eran oscuros y tristes. Tenía que pensar en tantos holandeses que me había dicho: ‘Ah, ¿vives en España? ¡Qué suerte tienes! ¡Siempre buen tiempo!’ Claramente no conocen el clima del Bierzo, donde nubes atlánticas entran en el valle berciano para quedarse allí hasta la última gota de lluvia está exprimida. Hasta el ayuntamiento de Ponferrada prefiere negar la abundancia de lluvia, parece, por pavimentar muchas calles de Ponferrada con adoquines que se ponen resbaladizos cuando se mojan. Adoquines mediterráneos en un clima atlántico: una mala idea.

Pero eran sobre todo las evoluciones políticas las que me hacían perder mi optimismo sobre el futuro de España. Mi esperanza estaba basada en la aparición de los nuevos partidos. Un alivio después de tantos años de hegemonía de los dos partidos tradicionales. ‘Ahora tienen que hacer coaliciones con los nuevos partidos,’ pensé, ‘y van a modernizar y limpiar las instituciones estatales.’ Pero parece que no habrá ninguna coalición. Porque no quieren. Porque no pueden. No lo hacen, en todo caso.

Que casi nadie quiere gobernar con el PP de Rajoy me lo puedo imaginar. Los casos de corrupción se acumulan cada vez más. Da vergüenza ajena cuando Rajoy va a Bruselas para pedir permiso de reducir el déficit público de España más lentamente. En sí mismo un buen propósito, pero quizás menos convincente cuando viene de un líder de un partido cuyos políticos saben cambiar millones de euros de dinero público en dinero privado, lo que no exactamente ayuda a reducir el déficit público. El PP tiene que salir del poder y limpiar sus filas cuanto antes.

Pero tampoco Ciudadanos y Podemos quieren gobernar juntos. No lo entiendo. Creo que los dos quieren más o menos cambiar España en un país escandinavo. Dinamarca parece ser el ejemplo. Me lo puedo imaginar. Casi todo el mundo quiere vivir en un país como Dinamarca, ¿verdad? Espero que entiendan que el estado de bienestar de Dinamarca no se construyó por decreto. Era un proceso lento de años y años con partidos políticos formando coaliciones para las cuales era necesario negociar, hacer concesiones y organizar reuniones con los sindicatos, los patronales, los movimientos sociales, vale, con todos los grupos de la sociedad.

Es lo que en Holanda llamamos el modelo pólder. Un pólder es un gran terreno que está abajo del nivel del mar. Tiene que ser protegido por un dique alrededor y en los viejos tiempos se utilizaba molinos del viento para echar el agua en el canal que está alrededor del dique. Si no se mantiene el dique y los molinos habrá inundaciones y todos vamos a hundirnos. Entonces, se tiene que colaborar, hablar, organizar reuniones para decidir quién hace qué tarea: el modelo pólder. Quizás es el modelo adecuado para España donde la corrupción política y el desempleo amenazan con inundar el país.


pólder