martes, 26 de noviembre de 2013

Laberinto de lenguas

Como emigrante holandés que da clases de inglés y alemán en España entré en algo que se puede llamar un laberinto de lenguas. Sobre todo cambiar entre diversas lenguas a veces me cuesta. Cuando mi estudiante alemán me preguntó: ‘¿Qué significa billig, no sabía encontrar en mi mente la traducción y tuve que describir la palabra con una frase: ‘es cuando quieres comprar algo que cuesta poco dinero’. ‘¿Ah, barato?’ me dijo un poco asombrado. ‘¡Eso es, barato!’  A veces ni siquiera puedo encontrar la traducción de una palabra en holandés cuando alguien me lo pregunta. A veces temo que voy a perder mi holandés fluido mientras mi castellano sigue teniendo un acento holandés y errores. Se dice que la lengua en que blasfemas es tu lengua principal. Pues bien, ya una vez, cuando choqué mi pierna contra un pie de la mesa, blasfemé efectivamente en español. Al menos, lo probé. Pero nunca había entendido muy bien lo que dicen los españoles exactamente en estas ocasiones y grité: ‘Mi Cabo de la Leche’ en vez de ‘me cago en la leche’, lo que, lo debo admitir, suena un poco más en serio.

 Por experiencia aprendí lo que son los problemas específicos para los españoles cuando hablan los idiomas del norte de Europa. Olvidan muchas veces el sujeto y dicen por ejemplo ‘Is raining’ en vez de ‘It’s raining’. Otro error común es que dicen en inglés he aunque el sujeto es claramente una mujer. En pronunciar tienen los españoles problemas con secuencias de consonantes como en las palabras Street o Spain. Casa todos necesitan un pequeño ‘e’ en frente de la palabra: eStreet y eSpain. Pero quizás lo más difícil es la riqueza de vocales que existen en las lenguas del norte. Sobre todo la diferencia entre vocales largos y cortos puede formar problemas. Para mostrar la importancia  de pronunciar bien las palabras tengo mis ejemplos favoritos: It’s a dirty beach (Es una playa sucia) o Where can I leave the sheet (¿Dónde puedo poner la hoja?) que pronunciadas con vocales cortos suenan como: It is a dirty bitch (perra, pero una palabra fea para una mujer) y Where can I leave the shit (mierda).

La verdad es que mi propio español tiene un reconocible acento holandés. Además de las malditas c’s y z’s en palabras como cerveza, también tengo dificultades con las g’s en palabras como lago o gato. Suenan como un k: lako, kato. Que mi inglés puede padecer de la misma enfermedad lo noté hace unas semanas cuando quedábamos un domingo con un grupo de guiris y bercianos para hacer una ruta desde la casa rural Las Cuatro Estaciones en Espinoso de Compludo. Uno de mis colegas, un native speaker inglés, me llamó el día antes para preguntarme (en inglés) si yo podía traerle un abrigo (a coat) al hostal, porque el querría ir corriendo hasta allí desde Ponferrada. ‘A coat?’, pregunté. De pronto empezó de hablar muy clara y lenta. Yes, a coat. You know? For the rain and the wind. To put on.’ Para seguridad después lo repitió en español: ‘Un abrigo. Para la lluvia y el viento. Para ponerme.’ ‘Yes, a coat, no problem’, respondí. Solamente después de colgar se me ocurrió lo que podía haber pasado. Quizás pensaba que yo había confundido la palabra coat con la palabra goat, que significa cabra.

Aquel tarde consideré probar comprarme una cabra. Ya me veía llegar allí en Espinoso con una bonita cabra blanca diciendo: ‘Here is your koat, but tell me, why do you want it?’ (Aquí tienes tu kabra, pero dime, ¿para qué la quieres?) Al final no lo hice. Aunque El Bierzo es una región rural, no sería tan fácil encontrar una cabra un sábado por la tarde. Además, quizás nadie entendería la broma. Y no estaba nada seguro si todos los miembros del grupo apreciarían la presencia del animal en la excursión desde Espinoso a Molinaseca, que efectivamente no necesitaba ninguna cabra blanca para ser muy especial y agradable.

Uno de los puentes de Malpaso
entre Espinoso de Compludo y Molinaseca

sábado, 9 de noviembre de 2013

¡Nacionalistas de todos los países, uníos!

Lo hemos visto tantas veces antes en la historia: una crisis económica hace crecer los sentimientos nacionalistas. En toda Europa los partidos populistas, antieuropeas y antinmigración crecen. También en la cada vez más pequeña Holanda se aprovechaban de mi ausencia para hacer del partido anteislámico y antieuropea en las encuestas el más grande. Hay una ventaja de estos movimientos ultranacionalistas: no pueden unirse fácilmente para formar un movimiento internacional o europea. En este sentido son como los hooligans de diferentes clubs de fútbol. Se parecen mucho, pero su odio mutuo es su razón de ser. Parece que Marine Le Pen ahora lo va a probar: unir a los partidos de la ultraderecha en Europa. Están de acuerdo en que el euro debe desaparecer y que los inmigrantes de afuera de Europa deben volver a sus países o en todo caso callarse. Pero después seguramente van a discutir entre ellos. Estos partidos viven de echar la culpa de todos los problemas a los otros, sea quien sea.

Hasta ahora en España no hay un partido populista ultranacionalista de importancia nacional. Quizás tiene que ver con el sistema electoral que favorece mucho a los grandes partidos. Para un partido como el PP necesitamos en Holanda al menos cinco partidos: liberales, partidos cristiano-demócratas y populistas. Últimamente el ala más derecha del PP de vez en cuando sale del armario con símbolos franquistas. Si conviene el gobierno utiliza la cuestión Gibraltar para generar sentimientos nacionalistas (y tal vez mascar algunos problemas internos). Pero además, todavía no hay ningún partido que siembra los sentimientos antieuropeas y antinmigración, que sin ninguna duda están presentes en España.

El ultranacionalismo en España vive sobre todo en los movimientos regionales que buscan la independencia. Los movimientos radicales vascos siempre se han hecho creer a si mismo que su ultranacionalismo es de la ‘izquierda’, solamente porque sus más feroces adversarios castellanos son de la ‘derecha’. En Catalunya quieren organizar un referéndum sobre su independencia. El argumento principal parece ser financiero. En España las autonomías discutan mucho sobre impuestos al estado central que deben bajar o subvenciones e inversiones que deben subir. Hasta la provincia de León participa en esta moda: en El Diario de León apareció una encuesta con la pregunta sugestiva: ‘¿Considera suficiente el dinero de los presupuestos del estado para la provincia?’ No era una gran sorpresa que la mayoría de los leoneses respondieron no.

La idea de separarse del estado central no solamente existe en España. La Liga Norte en Italia y El Bloque Flamenco en Bélgica tiene semejantes ideas. Y en cierto sentido todos los partidos populistas en Europa quieren separarse, aunque no sea de su estado central sino de la Unión Europea.

Existen muchos problemas urgentes sobre que debemos pensar, discutir y probar encontrar soluciones. ¿Cómo podemos salir de la crisis? ¿Podemos mantener nuestro estilo de vida en este mundo que cambia tan rápido? ¿De dónde sacamos la energía cuando el petróleo se va acabando? En vez de poner estos asuntos arriba de cualquier programa político parece que la causalidad de dónde hemos nacido va a ser un tema principal en las futuras elecciones. Y esto es una pérdida de tiempo porque que yo sepa el nacionalismo nunca resolvió ningún problema. Al contrario.