martes, 22 de junio de 2010

El desahogo

En abril estuvimos una semana en Cabo de Gata. ¡Qué maravilla! La naturaleza estaba en plena forma. Todo florecía por la lluvia que había en las semanas antes. Por ser un parque nacional Cabo de Gata es protegido contra las grandes urbanizaciones que destrozaron tantas costas de España. Todavía hay pequeños pueblos donde se puede ver los pescadores salir en sus barquitos. Entonces, todo parecía ideal. Hasta una tarde que estuvimos en una terraza en Las Negras. Allí nos habíamos sentado después de una comida riquísima con pescado fresco y gambitas rojas. Una cervecita en la terraza con una vista sobre el mar. ¿Qué más puede desear una persona? Y en este momento decidí coger el periódico que estaba en la mesa al lado de nosotros.

Era La Voz de Almería. Normalmente me gusta leer los periódicos locales para saber si hay conciertos, fiestas o exposiciones interesantes en la comarca. Había un comentario del redactor de La Voz de Almería sobre el caso Garzón. Es un caso que me interesa mucho. Nunca he entendido porque un juez que hace una investigación a crímenes contra los derechos humanas puede ser suspendido. El redactor de La Voz de Almería escribió que le parecía una buena idea tomar un ejemplo a Alemania en un asunto como este. Estuve completamente de acuerdo y continué de leer. Más o menos esas eran sus palabras.

´¿Hay alguien que piensa que en Alemania se va a buscar fosas anónimas de los izquierdistas, gitanos o judías asesinados cuando las familias lo piden? Desde luego que no. En Alemania casi no se habla de la guerra. Allí se trabaja. Y esto tenemos que hacer nosotros en España también.´

Después de haber leído esto tomé un sorbito de mi cerveza para calmarme y dije tan tranquilo como podía a mi pareja. ´He leído una noticia muy sorprendente en este periódico.´ Ella dijo: ´Mira qué bonitos estos barcos en la playa; qué suerte tenemos, ¿no?´ Obviamente era un intento de distraerme. Seguramente había reconocido en mi voz una amenaza de la tranquilidad serena en que nos encontrábamos hasta ahora. Pero ya no era posible cambiar la corriente de mis pensamientos. ´Algo de veras muy sorprendente,´ continué, ´¿Sabías que en Alemania casi no se habla de la guerra?´ ´¿De la guerra?´ ´¡Si, de la guerra!´ Y leí en voz alta el artículo enfadándome más y más. Después empecé a hablar de un tirón. Más o menos esas eran mis palabras.

´¿Cómo es posible que un redactor de un periódico pueda escribir tantas barbaridades? No me importa nada que alguien tenga la opinión absurda que es muy normal que hay fosas anónimas en la montaña. Pero como se le ocurre a este señor hablar de Alemania mientras que es tan claro que nunca ha estado allí, y ni siquiera ha leído ningún libro o artículo sobre Alemania. Alemania hace todo lo posible para conocer y recordar su pasado sucio. ¿Sabes que en este momento un criminal de guerra holandés que colaboró con los nazis está procesado en Alemania? ¡Y este hombre tiene más de noventa años! Hasta parece que el señor redactor no sabe que la mayoría de los cuerpos de los judíos y gitanos no fue enterrada sino quemada. Qué estupidez completa.´

La verdad es que me alivió desahogarme. Después pude hablar ya más tranquilo sobre el asunto. O quizás era más que mi pareja me guiaba a un discurso más tranquilo con preguntas en voz baja. Hablamos de de la prensa en España. Que faltaba en España un periódico liberal o conservador de alto nivel para hacer contrapeso a El País. Lentamente caía la noche y hablamos de otras cosas. Hasta que ya era la hora de pensar en la cena.